domingo, 27 de noviembre de 2011

Derechos humanos y estado.

Derechos Humanos y Estado.


Son cuatro las armas más poderosas que contiene la Ley Federal contra la delincuencia Organizada: el delito de participación o membrecía en delincuencia organizada, que hace más fácil la prueba en contra de los líderes de la organización, ya que vuelve delito el solo organizarse para cometer delitos. Los otros tres elementos se encuentran con los instrumentos o técnicas especiales de lucha contra las organizaciones delictivas, puesto que la delincuencia organizada está protegida por un doble halo o anillo de protección. El primero se manifiesta en la fuerza intimidatoria que implica la ley del silencio u omertá que al interior de la organización ejerce el propio grupo, además de su naturaleza criminal. El segundo se manifiesta en la fuerza intimidatoria que ejerce la organización hacia fiera u que tiene que ver con los fenómenos de violencia, corrupción, obstrucción a la justicia, lavado de dinero, que impiden que la organización pueda ser sometida a la justicia y desmantelada.
Se requieren tres elementos para lograr resultados en la lucha contra la delincuencia organizada:

a)      Se requieren leyes que posibiliten legítimamente esta lucha.
b)      Instituciones debidamente capacitadas en todos los niveles de procuración y administración de justicia que comprendan a personal debidamente formado y capacitado en el nivel policial, de fiscalía, judicial y penitenciario.
c)       Estrategias de implementación de estas leyes.

La convención de Palermo, que fue firmada por 143 países y que hasta la fecha ha sido ratificada por 114, otorga legitimidad internacional a las estrategias, las instituciones y los acuerdos internacionales sobre la materia.
Es necesario mejorar la calidad de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada y su respectiva aplicación por los policías, fiscales, peritos y jueces, para garantizar de una mejor manera los derechos de las personas, así como para ampliar los poderes y facultades de los encargados de aplicar la ley en el marco de la convención de Palermo.
Es imperativo que, al lado de las medidas represivas de carácter penal, se instrumnete un intenso programa de prevención general de la delincuencia organizada, que es igualmente exigencia ineludible frente a la delincuencia convencional o común.

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